A hombros de gigantes. Hacia una nueva revolución industrial

A hombros de gigantes. Hacia una nueva revolución industrial

Parte de la inhumanidad de los ordenadores es que, una vez están programados de forma correcta y funcionan sin problemas, son completamente honestos. Isaac Asimov

Hace unas semanas, me encontraba viendo de reojo el informativo matinal de una conocida cadena de TV y escucho la siguiente noticia: “La nueva IA que trae de cabeza a los profesores se llama ChatGPT. Esta herramienta que da respuestas para todo hace tambalear la educación”. Hacía solo un par de semanas que habían liberado ChatGPT. ¿En serio? ¿Son ustedes tontos? ¿Quién es el jefe de informativos, José Luis Moreno? Está arrancando el mayor avance tecnológico de nuestra historia, un punto de no retorno que cambiará la sociedad tal como la conocemos. Pues nada, la noticia se reduce a que a los profes les han reventado su metodología educativa. Ya no pueden mandar un resumen de 10 líneas Quijote. No es ninguna excepción. Salvo algún reportaje corto, superficial y sesgado; ni rastro en los medios de comunicación generalistas. No tiene ningún sentido. Algo de este calibre debería abrir informativos como si Ana Obregón se hubiese comprado un hijo-nieto. Mientras tanto, LinkedIn y otras redes sociales y plataformas echaban humo.

Por otra parte, muchas empresas importantes tardaron semanas en saber por donde les venía el agua. Algunas, seguro que todavía no se han dado cuenta. Por supuesto, ni hablar de las a instituciones oficiales. Creo que ni se han enterado de estos avances en IA. Sí, debe ser eso. Deben estar todavía en la hora del café. O, por el contario, ¿Acaso nos lo ocultan deliberadamente? ¿Piensan que es un cambio demasiado disruptivo y que hará temblar los cimientos de la sociedad? ¿Creen que somos menores de edad?

Antes de proseguir debo realizar un disclaimer hacia mi persona. Todo lo que cuente en este post es mi humilde y subjetiva opinión. No pretendo ser un Criptobro futurólogo ni un Coach vende humo. Si aquí opina todo Dios por haber visto Blade Runner, no voy a ser menos.

Como iba contando, precisamente porque he vivido en primera persona esta evolución, confieso que me ha pasado por encima. Black Mirror se está empezando a quedar obsoleta a la velocidad a la que Jan “El Joker” Laporta se funde el patrimonio del FCB. Hace unos meses, antes de su lanzamiento oficial, estuve experimentando con ChatGPT por primera vez. Quedé en shock. Me abrumaba y apasionaba a partes iguales. Algo parecido sentí con otras herramientas generativas como Dalle o Stable Diffusión. Mi cabeza daba vueltas pensando en todas las implicaciones derivadas de los avances que se aproximaban. ¿Cómo evolucionará el trabajo? ¿Cómo afectaría a la sociedad? ¿La investigación científica se acelerará exponencialmente? ¿Por fin vamos a mandar a la papelera de reciclaje este sistema educativo obsoleto? ¿Por qué Florentino no ficha un delantero suplente?

Cuando empecé a estudiar Inteligencia Artificial hace 6 años, ya me parecía mágico que se pudieran generar rostros humanos totalmente sintéticos, aunque fuese a baja resolución. En apenas un lustro, hemos liberado a Godzilla. ¿Qué nos espera los 10 próximos años? ¿Qué nos depara este apasionante e incierto futuro? Aun teniendo en cuenta la velocidad exponencial a la que avanza, es difícil hacer cábalas. Previsiblemente, estamos ante el inicio de una revolución en el que la IA junto a otras tecnologías emergentes lo cambiará todo. El Ragnarok tecnológico.

Y en medio toda esta asombrosa vorágine de innovación y desafíos, no es sorprendente que el área donde más incertidumbre y conmoción se ha generado sea en el ámbito laboral, que es precisamente donde quiero establecer el foco. Por ello, no podemos rehuir el debate ético que suscitan los cambios que están condenados a producirse. De momento, ya están llegando las primeras implicaciones. Microsoft integra GPT4 en sus herramientas empresariales y promete cambiar para siempre la manera de trabajar. Dentro de nada tendremos a nuestros amigos de Google con las suyas. Cientos de proyectos integrando estas evoluciones en sus sistemas (Notion, Canva, GitHub, etc.) y todo lo que queda por llegar en los próximos meses. Parece que sí, parece la IA ha venido para quedarse.

Y claro, aquí es donde llega el meollo del asunto. Si esta integración de la IA se está produciendo a una velocidad de vértigo, es porque hay algo innegable que no podemos pasar por alto. La IA ya ha superado al ser humano medio, o mejor dicho al mediocre, en su habilidad para hacer prácticamente cualquier tarea. Incluso las que implican un pensamiento cognitivo avanzado. Las nuevas IAs escriben mejores artículos que muchos periodistas, conocen la ley mejor que gran parte de abogados y programan mejor que la mayoría de programadores. ¿Y qué pasa con la madre patria? Si nos centramos en un país como España, con un tejido funcionarial alto y un sector servicios masificado, se estima que aproximadamente el 40% de los trabajos podrían ser en muy corto plazo totalmente automatizables y, por tanto, sustituibles. Te digo más, a día de hoy aproximadamente un 20% de estos trabajos ya lo son. Pero, no te líes a martillazos con tu Mac todavía. Para tu tranquilidad y evitar colas en consultas de psicología, te diré que en principio no vas a perder tu trabajo. Al menos de momento. ¿Imaginas el caos que supondría para la economía mundial la destrucción de millones de puestos de trabajo?

Además, no debemos olvidar que las IAs no son perfectas. A menudo cometen multitud de errores y poseen sesgos notorios. Para colmo, no son incapaces de asimilar sus propias limitaciones y a menudo se tiran unos triples que ni el mismísimo Stephen Curry. Encima egocéntricas. A diferencia de la IA, los humanos, o al menos la mayoría, somos capaces de asimilar que existe información que no conocemos, de la que no estamos seguros o directamente mentimos conscientemente. Humanos 1 - IA 0.

Así mismo, es indudable que integrar la IA en el mercado laboral de una forma ética, responsable, sostenible y colaborativa es un proceso complejo y que requiere un profundo y minucioso análisis. Hasta el momento lo que es evidente es que la estabilidad internacional siempre ha estado por encima de los avances tecnológicos y estos son abrazados y asimilados cuando la sociedad y el mercado están preparados para ello. Ocurrió con internet, que fue creada en los 70, pero no llegó de forma generalizada hasta los 90. Ocurre hoy con el coche eléctrico que genera interesantes y controvertidos debates. ¿Será esta vez diferente? ¿Será este nuevo paradigma tan disruptivo que hará cambiar las reglas del juego? Veremos.

Puede que en este punto estés pensando en que lo mejor es tirarte a vivir al bosque a lo Viggo Mortensen en Captain Fantastic. Puede que se te pase por la cabeza comprar un bote de gasolina de camino a las oficinas de Microsoft. Pongamos un poco de Mr. Wonderful en todo esto. Empecemos a ser optimistas y ver lo positivo. Al igual que muchos trabajos tenderán a desaparecer progresivamente, se crearán otros tantos con mejores condiciones y desempeños más gratificantes. Además, estas herramientas también nos permitirán ser más productivos y eficientes. Eliminar tareas repetitivas y focalizar nuestros esfuerzos en la creatividad, la investigación, el aprendizaje y las relaciones personales. Nos permitirán, en muchos casos, reducir la jornada laboral y mejorar la conciliación con nuestra vida personal. ¡Barbacoa los jueves! Para alejarnos de la visión hostil y amenazante de Skynet, debemos comenzar a visualizar la IA como una herramienta más, al igual que lo fueron en las grandes revoluciones, avances como la máquina de vapor, la electricidad, la automatización industrial o internet.

Mi reflexión final es la siguiente. No debemos perder el foco. El foco por el cual la tecnología ha sido el motor de la evolución humana a lo largo de los tiempos. La finalidad de la tecnología es dotar a nuestra especie de las herramientas necesarias para ser más libres, independientes, inteligentes, felices, y valga la redundancia, más humanos. La Inteligencia Artificial no es más que una vela que ilumina los rincones oscuros del conocimiento. El sonido de una orquesta que suena al compás de su director. Si las manos que mueven la batuta la utilizan de forma ignorante, maliciosa, interesada o indigna; indudablemente la melodía que nos legará será melancólica y estridente y nuestra involución como sociedad será inevitable. Si el uso es responsable, ético e integrador; seguiremos progresando cómo especie. Puede que, debido a la eliminación de las barreras que nos generan lo rutinario, repetitivo y limitante, en el futuro caminemos siendo más libres, críticos, creativos y felices. Innegablemente, la decisión la tenemos nosotros y sobre todo, las manos que mueven los hilos.

Escribiendo desde un sótano en la Deep Web, atentamente math.